martes, 2 de abril de 2013

NO HAY METRÓNOMOS QUE MIDAN


Se me escapan las pulsaciones de la lluvia
y no hay metrónomos que midan
cuántos latidos hay en la arena
borrando tus huellas.

Y ya no sé si es el tiempo
o la composición del odio.
Cuando ya ni siquiera odias.
Cuando ya ni siquiera dueles.

Se me paralizan los huesos sin motor
y no hay titulares con el color de la calle.
¿Cuántas barreras habrá que saltar
antes de que decidamos derribarlas?

Y ya no sé si es el recuerdo
o la composición de una mentira.
Cuando ya ni siquiera son mentiras.
Cuando ya ni siquiera recuerdo si te recuerdo.

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