Rocas que besan,
caricias envueltas en sal y sus sonidos.
Secretos. Los sonidos, digo.
Los se hace tarde que me cuentas
al oído y a mis manos,
con las tuyas, perdiéndose,
perdiéndome,
encontrándome,
en mi nuca.
Cambia la luz: del mar, del sonido, de los secretos.
Y cambia también los cada diez años,
que eran mis ciclos.
Eran. Exacto.
Un atrapamariposas para conocerte sin conocerte,
para la calma y sus barrancos de odio y miedo.
Rocas medio escondidas, como aquel atrapasueños
que son las ciudades sin direcciones prohibidas.
Duele. Mis sueños, mi pecho. Duele.
Un barco me hace señales, a lo lejos.
¿dónde he puesto mis gafas?
Busco un rincón donde esconderme.
Y perderme.
Y echarte de menos.
Siempre te echo de menos.
Gafas nuevas, de colores de estanterías,
para recordarme que no quiero no echarte de menos.
*14 de abril de 2010
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