lunes, 17 de marzo de 2014

ABRIL




Sueños que salen al amanecer
a pescar, sin soñadores, con faro.
Barcas que van izando velas.
Con hombres y amaneceres.

Velas sin pescadores.
Con árboles que plantan estrellas,
sin jardineros.
Abril sin culpa. Con más.

Raíces con despertadores.
Raíces con noticias del Pacífico.
Raíces sin ancla, sin versos, con tinta.
Con culpa. Con menos.

Hombres del faro.
Con espejos, sin inviernos.
Con puertas, sin sábanas
y cajones del revés.
Y una llave para los tiradores
sin tu nombre.

Cartas sin sello. Sobres con faltas.
Pijamas sin letras, por buzón,
entre noticias de ningún beso.
O de todos los debidos.

Marzos. Con raíces,
con olor a recuerdos
sin apenas futuribles.
Con varias certezas.
Que son cartas.
Que son versos
sueltos, libres y blancos.

Días que son sellos.
Horas que son buzones.
Regalos pendientes.
Tiempos de tal vez,
que hay que aprender a descodificar.

Y Abril se muda a marzo.
Con restauraciones de luceros.







31 de marzo de 2011
http://invitameavivir.blogspot.com.es/2011_03_01_archive.html

*foto: internet

miércoles, 29 de enero de 2014

AGUJERO BLANCO. CIMIENTO Y FLOR.



Puedo verte al asomarme al balcón.
Decidido, con pasos de cimiento y flor,
con pancartas 
y la sonrisa de los que no se resignan.

Te encuentro, agujero blanco,
en los versos de Neruda,
al paralizar un desahucio,
al defender lo que es de todos.

Me acunas, marea,
 que borras poco a poco
estas huellas de un pasado sin futuro.

Caminando, puedo escucharte,
reclamando lo que nos pertenece.
Primavera, que  floreces
a cada paso, a cada grito.

Floreces. Y con tu luz alumbramos
cloacas del miedo de despacho.
Floreces. Y a tu paso,
curas democracias enfermas.

Tus manos, tu voz,
la palanca con que sacudir escaños.
Puedo escucharte, en cada escuela,
en cada hospital,
en cada constitución saqueada.

Me acunas, marea.
Tú, que borras poco a poco
estas huellas de un pasado sin futuro.
Me acunas, atrapasueños
de conquistas sin vencidos.

Puedo verte. Puedo escucharte.
Con tu caja de herramientas y tus gafas de lejos.
Puedo verte. Puedo escucharte.
Enseñándome. Llamándome.





foto: pegaso1701.blogspot.com 

martes, 10 de diciembre de 2013

EL ÚLTIMO RELÁMPAGO DE LA TORMENTA



Intentaba escapar corriendo hacia ella,
al repetirse mil veces que la había olvidado.
Callaba si la tenía delante,
confesándolo todo en cada nueva
"Escucha esta canción".

Llevaba su nombre, la contradicción
y el perdón puede que fuera dejar de herir.
Apuntando cuando el olvido ayudaba a contar estaciones
y a coser sin anestesia cada herida nueva.

Nueva, porque quemaba distinto. "Será la edad".
Antigua, como la certeza. "Será que me hago mayor".

Callaba en un intento vano 
de disfrazar el martilleo,
confesándolo todo en cada nueva
"Lee este libro".
Intentaba dejarla ir, convencido.
Feliz. Hasta que ella volvía.
¿O era él?

Y todas las máscaras del mundo
sembraban las calles 
de luminosas cuevas de Waitomo.
Y todas las voces del mundo
estallaban en el último relámpago de la tormenta.

Era feliz.
Se repetía, todos los días, frente al espejo.
Era feliz.
Les repetía, todos los días, 
a los que no preguntaban.


Feliz. 
Hasta que ella volvía.
¿O era él?




martes, 3 de diciembre de 2013

DE NÚMERO, DE CIUDAD Y DE ESTACIÓN

Me equivoco, ya lo sabes.

De número, 
de ciudad y de estación.
De año. Me equivoco.

De color de ojos.
De remiendos con olor a nuevo.
Me equivoco porque agrietan los labios.

¡No sabes cuánto! 
Cada día cinco veces.
De nombre y de suelo.
¿Y quién lo entiende?

Cinco veces cada estación, 
cada ciudad, cada gesto.
De pedir y de esperar, 
me equivoco.

De cerrar los ojos 
y no comerme una manzana.
De los signos de puntuación
(la pregunta no era cuando).


De respuesta. 
De promesas y sus intentos:
como esa risa. 
De eso me equivoco.

Como cristal y aguamarina.
Como el otoño. Al que amas. Al que odias.

Necesitar una parada
de autobús que no existe,
Encontrarla.

De cita. De hora. Y de infierno.
De rueda de bicicleta.
De mirada, me equivoco.

De ojos y acuerdos, de futuro.
De vida y de muerte. 
De recuerdos.

De mano para escribir poemas.
De tierra para plantar el hojaldre.
De marca de gafas de sol.


Sólo eso.
Confundir otoño con aguamarina.
De número, 
de ciudad y de estación.
De año. Me equivoco.






lunes, 8 de noviembre de 2010

martes, 26 de noviembre de 2013

EL RELOJ POR LA MAÑANA UN DOMINGO



Cerrar los ojos y escuchar.
Las hojas cayendo.
El fuego crepitando.
Pasos de un vacío Madrid en verano.
El reloj por la mañana un domingo.


La salida del colegio.
Los abrazos de despedida
La respiración de un bebé.
El mar borrando tus huellas.
Pasar las hojas 
de un libro de Pablo Guerrero.

Gotas de lluvia que avisan.
El silencio en una película.
Bailar en pasitos por primera vez
Un beso furtivo en un parque.

Un susurro inesperado.
Una risa contagiosa.
Las gotas perezosas del grifo
mientras te das un baño.
El viento en lo alto de la montaña.

Abrir los ojos y escuchar.
Tus latidos.
Los míos.
Abrir los ojos y escuchar.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

TIRITA Y HERIDA, A LA VEZ

Tirita y herida, a la vez.
Barre las calles de arena mientras llena de hojas amarillas la ciudad.
Todo y nada, prosa y verso. Pozo oscuro y aguas tranquilas.
Veneno y antídoto. Cuchillo y pañuelo.
La prisa y la calma en un invierno que es verano.
Un roce. Una caricia. La vida y la muerte. Todo y nada.






miércoles, 13 de noviembre de 2013

AUNQUE CANSADO Y PERDIDO, AÚN SIGUES AHÍ



Que me marean los telediarios.
Me acuchillan las derrotas asumidas
que te hacen más pequeño.
Siento el agua caer, como una tregua.


Cierro los ojos y siento.
Como una disculpa.
Cierro los ojos y siento.
La música araña mi piel,
como lo que se pierde.

Pupilas con acordes que besan sin labios.
Caricias sin manos
que arrasan la cosecha.
Respiración y latidos. Tanto silencio.

Me agota la soledad de los que luchan
en medio de la tormenta. 
En el desierto.

Como un tifón, su eco me arrastra, río abajo,
por calles llenas de nada,
excepto renuncia y mirada al suelo.

Cierro los ojos entre la intensidad del aguacero.
Mece mi pelo con su altura.
Sentir.
Que estoy aquí.
Que no estoy aquí.

Seguir tirando de la cuerda.
Y no querer seguir repitiendo mentiras.
Y odiar que me sigas los surcos la piel.
Y odiar que me sepas de memoria.

Llovizna sobre mi ropa, desdibujando las letras.
Me cuenta al oído, tarareando,
que todo acabaría si alguna vez empezara.

Lo sé. Confieso. Son sólo juegos. De perdedores.
Siempre queremos seguir perdiendo.
Nunca quisimos más.
Sólo las sobras.

En la mecedora del sol 
abriendo esta cortina.
Gotas que abren nuestros labios, insolentes.
Rayos sobre el que arrojar sombras de incertidumbre.

Esclavos de nuestros miedos. 
Asesinos de almohadas.
¿Y quién se atreve a ir contracorriente?
¿Y quién se atrevería a empujar al miedo?

Mejor denunciemos a los que se levantan.
Mejor aplastemos a los que gritan.
Qué fácil es perder lo que ganaron otros.
Escupir en su sangre derramada.

Perder por no intentar ganar.
Perder por no querer dejar de perder. 
Puede ser peor, amenazan
Y les seguimos creyendo.
Señalan la flor
y corremos, desesperados,
en busca del hacha.
Y volvemos, desesperados,
a agachar la cabeza.

Echan la llave.

Cadenas que nos ponemos solos.
Por seguir mirando,
tras el cristal,
la lucha de los que no se resignan
a morir antes de vivir.
De los que saben que aún estás ahí.
Aunque cansado y perdido,
aún sigues ahí.






**foto: entrepadres.imujer.com