lunes, 24 de julio de 2017

En tu boca y tu eco


El odio siempre fue más fácil que la indiferencia.

Y las ventanas siempre pueden arañarte cuando sopla el viento.

Palabras que cortan de la misma emoción.


Recuerdos del futuro que nunca tuvimos.

Como ese niño que nunca volveremos a ser.

Como ese globo que soltamos

porque quisimos verlo volar.



Las ventanas siempre traen nuevos cuentos.

Amaneceres en tu boca y tu eco.

El odio nunca fue la respuesta.


El buzón donde guardamos lo que quedó de nosotros.

El columpio donde caí por vez primera.

Esos pasos perdidos. Y encontrados.


domingo, 16 de julio de 2017

POEMAS DE GONZALO DEL POZO


NATIONAL GEOGRAPHIC


Un día encuentras barcos
en el fondo
de tu vida
sin saber cuándo se hundieron.
Esto es la memoria.
Por suerte para los peces
-según leí en el dentista-
lo olvidan todo a los tres segundos.
Eso es la rutina.
Pero los grandes arquitectos del mar,
los corales, tan solo crecen unos centímetros al año.
En ellos duermen estrellas,
viven y mueren
todos los colores.
Eso podría ser amor.
Y aún así,
lo único que sé de cierto
-y no soy buzo profesional-
es que esos barcos,
todos los peces
y el coral del mar
aprenden a convivir
en el fondo.



Mujer de nieve
La ciudad parecía un tablero de damas
sin casillas negras.
En todos los coches del barrio
cuajó la luna esa noche.
Con sus paladas de sal,
los operarios municipales hicieron
un mar
en cada plaza.
Cada portal de bloque, un puerto.
Surcaban las calles vacías,
como peces
con sus chalecos fluorescentes.
La ciudad,
una enorme pecera de escarcha
tras los escaparates.
Un niño se despertó a las dos y cuarto
para juntar un montón de invierno en su ventana.
El mendigo de la plaza de Colón
tuvo un sueño en el paso subterráneo.
Esa noche, hacer el amor fue triste.
Al salir el sol, la ciudad despertó sin nieve.
Tú tampoco estabas.

YURI GAGARIN Y YO

El doce de abril de mil
novecientos sesenta y uno,
el tímido hijo de una ordeñadora
y un carpintero, pasó a ser
el primer humano
en asomarse a la ventana
del espacio.
Emocionado,
con los ojos como lunas
y algo tembloroso observó,
por primera vez,
la pequeña esfera azul
suspendida
en mitad del universo.
Cuarenta y cinco años
más tarde, otro doce de abril,
te vi mirarme,
por primera vez,
en el rojo autobús de la mañana.
Todo esto ocurrió,
sin gravedad y en el tiempo,
cerca de la Puerta del Sol;
en Madrid,
la Tierra.
—————————–
Poiejali - en marcha –
fueron las únicas palabras
que el tímido astronauta
pronunció en el despegue.
Yo pensé algo parecido.
No dije nada.
—————————–
Su vuelo duró, escasamente,
una hora y cuarenta y ocho minutos.
Entonces empezaron a llamarle el hombre
que más cerca ha estado de las estrellas.
Mi vuelo orbital apenas duró un año.
Después de todo es cierto:
lo único infinito es el espacio.
Hace tiempo que no soy ese hombre.
—————————–
Para ambos,
tanto silencio resultó estremecedor.


++
Junto a Rosa Jimena en Libertad 8
http://www.youtube.com/watch?v=umbk5BwsU_U&feature=related
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com.es/2011/06/3981-gonzalo-del-pozo-vega.html

lunes, 3 de julio de 2017

Crecerás y volarás


Crecerás y te llevarás contigo
toda mi inocencia, a la niña que fui.
Dejarás de querer compartirlo todo.

Toda esa luz, todos los colores.
Toda esa luz dejará de ser por mí. Para mí.

Cumplirás años. Volarás.
Tropezarás con tus dudas, tus miedos.
Me apartarás. Pero no lo hagas. Nunca.

Buscarás, saldrás a entender el mundo.
Querrás probar a qué saben los besos.
A qué sabe lo prohibido.
Vivirás y cumplirás sueños.

Dudarás de todo.
Dudarás de mí. Y de ti.
Te enfadarás.

Entenderás que la derrota puede ser un aliado.
Llorarás sin que yo pueda abrazarte.
Reirás. Amarás. Volarás.

Tendrás el mundo a tus pies.
Y serás lo que tú quieras ser. Y volarás.

Te llevarás contigo todos los abrazos.
Dejarás de dibujar y bailar conmigo.
No seré yo quien esté a tu lado a cada minuto.
Los cuentos, ahora, los leerás tú.

Me echarás de menos.
Pero saldrás a buscarte.
Me llamarás, puede,
alguna vez, pero ya serás otro.

Serás quien tienes que ser.
Abrazarás recordándome.
Conmigo siempre, pero sin mí.
Con otros. Con los tuyos.

Tendrás la felicidad que mereces.
Y te acordarás de mí cuando leas cuentos.
Me abrazarás
por mi septuagésimo cumpleaños.
Ya echo de menos leerte cuentos.

Sonreiré porque la vida te cuida.
Les contaré a tus hijos
los cuentos que te debo.
Y buscaré en tus ojos
lo que hace que todo tenga sentido.

Te cuidaré, incluso aunque no me dejes.
Incluso cuando ya no pueda. Siempre te cuidaré.
Porque esta casa tiene el color de tus dibujos.

Hay un columpio en el jardín que lleva tu altura.
Y tu nombre, tus raíces, tus recuerdos.
Nuestro nombre volará. Tu luz lo inundará todo.

Y tu risa lloverá
en cada amanecer, en cada beso.
Y en estas ramas viejas
siempre encontrarás cobijo.

Un camino. Siempre.
Para encontrarte cuando te pierdas.
Para encontrarme cuando me pierda.



Dedicado a mis sobrinos. Por volverme niña de nuevo. Y recordarme quién fui y quién quiero ser.