Un hombre cansado arrastra el otoño en sus zapatos,
levanta la mirada lo justo para cruzar la calle.
Un remolino de hojas amarillas embota sus sentidos.
Sueños de niño, niño perdido, río de piedras.
Tiene todo el tiempo del mundo
y olvida cómo se construyen las cometas.
Olvida que antes tenía un nombre
y repite barrotes con mentiras de otros.
Una mujer cansada, ausente, impaciente.
Ya nadie pinta rayuelas, solo culpa.
Culpa de ser otra y no ser otra.
Sueños de niña, niña con piedras. río con barro.
Te alejas de puntillas.
Por poco, sonríes. Por poco.
Maldita niebla, maldita culpa.
Huele a grava y metal. A cambio de agujas.
Y a lo lejos, relámpago. Por poco.
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