Me agotan los telediarios, los debates y tertulianos.
Me agota leer siempre
la misma noticia, las mismas mentiras
y no escuchar nunca la verdad.
Me agota que haya olvidados.
Me indigna que nadie
quiera preguntarse por qué.
O que nos dé tan igual.
La luz cambia,
como nuestro eje de rotación.
La lluvia ya no se viste de arco iris.
Y somos no vivos que vagamos sin rumbo
con el odio por bandera y más muertos por solución.
Seguirá habiendo poemas y canciones
pero ya no llevarán mi nombre,
arderán junto a nuestra alegría,
esa que nos quieren arrebatar.
Nos cortan la esperanza
y dejan los cables pelados
por si hay suerte
y alguna sonrisa pasa distraída.
Me agota tanta basura, ruido y plomo.
Quieren que dejemos de buscar.
Nos prefieren muertos en vida
ciegos, sordos y mudos.
Con hambre. Ansia.
Ansia de sentir lo que sea,
no importa el qué.
Me agota ser ignorante
y vanagloriarme de ello.
Me indigna querer mirar a otro lado.
Me sorprendo cerrando los ojos.
Todo duele menos si lo tapo.
Me agotan las frases de odio
que se visten de futuro y responsabilidad.
Me indignan los panfletos,
el acoso y el miedo en tus ojos.
Me cansa ver que siempre caemos en la trampa.
Me agotan los que repiten
que todos son iguales. Que nada vale la pena.
Respira y da gracias a Dios.
Lo demás, no te metas que tú no sabes.
Me agota tener que obligarme
a buscar tu poesía entre tanto odio
Me agota caminar sin linterna.
Me agota que nadie
quiera saber su propia verdad.
Y te cierre la puerta.
Perdóname, amor, si no me rindo.
Seguiré andando, de tu mano.
Me cortaré los pies con los cristales
para encontrar tu alegría y la mía.
Te besaré para buscar
mis canciones y tus poemas.
Perdóname, mi vida,
yo sí quiero seguir viva.
Dibujaremos nuestros sueños
para la amnesia y el vuelo.
Tu risa sigue ahí, secuestrada, pero intacta.
Tu abrazo me recordará el camino.
Porque la vida es intentarlo
y no pienso darme por vencida.
Apartaremos los escombros
y seguiremos intentándolo.
Aunque nos hayan roto las gafas de lejos
la alegría debe andar por algún sitio.