cuando alguien dijo que el tiempo no existe,
cuando alguien dijo que no existe el adiós.
Un rastro de horas en el patio.
Las arrugas de sus ojos, ese paraguas cerrado.
El café de madrugada que no te deja dormir.
La primavera empieza en las hojas de la infancia.
Cuando se asoma esa foto de mañana.
Las cosas que te callas, la estación de su risa.
El andén vacío y la lluvia que lo inunda todo.
Un rastro de horas en alguna acera.
Dudas del acento y el reproche. Dudas de ti.
El aliento de unos dioses que nos olvidaron
porque ya nadie creía en ellos.
Sabor a café y hojas de promesas vanas en el camino.
El sueño que te golpea. El fuego en tus pupilas.
Anuncian trenes al amanecer y te sientas a esperar.
Cosecha de manos y risas, de desahucios detenidos.
Un alud que se lleve el miedo y su adiós.
Unas hojas que traigan noticias suyas.
Dioses que no permitan que los niños tengan miedo.
Dibuja conmigo otro círculo donde quepamos todos.
Abramos por fin esta jaula. Que el mañana no existe,
que se hace tarde y que ya nada sea como nos han contado.